En este artículos los autores investigan la forma en la que
un cambio en la morfología del grillo de la arena (Grillus firmus) afecta a sus tasas metabólicas, las cuales son muy dependientes
de las tasas respiratorias (puesto que la mayoría de los animales tienen
metabolismo aerobio). Los grillos y la mayoría de los insectos poseen un
sistema respiratorio (un sistema intercambiador de gases) basado en las tráqueas
y en la capacidad de difusión del O2. Este sistema es muy eficiente
pero tiene un gran inconveniente: se ve muy limitado por el tamaño (debe ser
pequeño) y la forma del insecto, además de por la concentración de O2
del aire (por eso se cree que durante el Paleozoico los insectos eran gigantes,
porque la concentración de O2 de ese período era muy superior a la
actual).
Muchos autores han estudiado cómo la forma y longitud de sólo las
tráqueas afecta a las tasas metabólicas, pero en este estudio se analiza cómo
afecta el cambio de todo el cuerpo del insecto (dividido en tres partes:
cabeza, tórax y abdomen) al completo durante el desarrollo larvario. Exponen
cuatro posibilidades con respecto a la ontogenia larvaria, la forma corporal y
el metabolismo: la primera, hay un crecimiento isométrico en el que la
aportación de las diferentes partes del cuerpo al metabolismo no varía; la
segunda, hay un crecimiento isométrico pero hay cambios alométricos en el
aporte a las tasas metabólicas por cambios en la distribución tisular; la
tercera, hay crecimiento alométrico (las proporciones corporales cambian) sin
consecuencias en el metabolismo; y cuarta (y última), hay cambio alométrico y
sus aportaciones también varían.
Utilizaron un análisis geométrico – morfométrico que permite
estudiar los objetos (las ninfas) en un sistema con escala común. También
utilizaron un respirómetro de flujo para determinar la concentración de CO2
del aire (y con esto las tasas respiratorias y metabólicas) y su asociación a
las deformaciones geométricas en un amplio rango de tamaños corporales de las
ninfas, manteniendo siempre la temperatura superiores a los 25ºC. Usaron 88
ninfas provenientes de una población
original de 20 machos y 20 hembras recogidas en el Norte de Florida en 1983.
Todas fueron alimentadas con pienso de conejo Purina y el rango de peso variaba
entre 0.3 y 1.5gr (lo que incluye casi todos los estados ninfáticos). También
utilizaron fotografías digitales para definir ocho marcas de análisis
geométrico en base a la morfología dorsal de las ninfas. Estas marcas fueron
diseñadas con el objetivo de abarcar las todas las deformaciones que pueden ocurrir
durante el desarrollo. Para evitar la aparición de artefactos por la
superposición de todos los datos de variación morfológica a una escala común,
las ninfas más pequeñas y las más grandes fueron comparadas con una
configuración media de consenso.
Había 5 variables metabólicas y de variación corporal: tasa
metabólica normal (AVG), tasa metabólica máxima (MAX), tasa metabólica mínima
(MIN), tasa metabólica de letargo (REST) y tasa metabólica de actividad (ACT).
Estaban estandarizadas en base a la masa corporal y relacionadas con los
coeficientes de correlación de la deformación relativa(Rw) de Pearson. Sólo las
deformaciones relativas que mostraban correlaciones significativas con por lo
menos una variable metabólica fueron utilizadas en el modelo de predicción
regresivo. Como hubo poca correlación, realizaron varios análisis de regresión
usando las deformaciones como variables predecibles y cada variable metabólica
como variables dependientes para determinar en qué medida los cambios
metabólicos eran atribuibles a los cambios morfológicos.
Recogieron múltiples resultados tras finalizar el
experimento. Las ninfas de pequeño tamaño mostraban variación en las marcas de
tórax y abdomen, creando un acortamiento abdominal. En cambio, en las ninfas de
tamaño grande mostraban el mismo efecto pero en otra dirección, se acortaba el
tórax. Además esto venía acompañado de un conspicuo alargamiento del abdomen y
un acortamiento de la porción caudal de las ninfas durante el crecimiento. El
posterior análisis geométrico-morfométrico de todas las variables de forma
mostró que las marcas que más contribuían a la variación morfológica eran las
que se encontraban n las intersecciones entre la cabeza y el tórax y entre el
tórax y el abdomen. Así mismo la relación entre la forma y las variables metabólicas
mostraron que sólo las deformaciones
relativas 1, 4, 8, 9 y 10 estaban correlacionadas con por lo menos una
variable metabólica, siendo 4 la única relacionada con todas. Los análisis de
regresión mostraron a su vez que todas las variables metabólicas podían
explicar significativamente las Rw4 y Rw8. La Rw4 estaba asociada a una
elongación de la parte final del abdomen y la Rw8 a un acortamiento de la
cabeza y un acortamiento del abdomen.
Las conclusiones fueron que a mayores tamaños corporales
tendían a existir mecanismos de compensación (por ejemplo deformaciones) para
mejorar la eficacia de la respiración. Actualmente en la mayoría de los
insectos los movimientos respiratorios involucran al tórax y el primer segmento del abdomen,
pero en los Ortópteros (a los cuales pertenecen los grillos) el papel del
abdomen parece cobrar una mayor importancia porque el intercambio de gases
ocurre por diferencias de la presión abdominal de la hemolinfa por movimientos
de contracción y expansión abdominal. La gran correlación entre el alargamiento
del abdomen y el metabolismo energético mostrada en este estudio tiene una base
funcional: la ventilación es más eficiente en tubos más largos. Dicho de otra
forma, las deformaciones durante el crecimiento ninfático de Grillus firmus serían mecanismos de
compensación para mejorar la respiración en los cuerpos grandes. Existen varias
limitaciones para estos mecanismos que se desempeñan en el desarrollo, por
ejemplo la competición por el espacio con otros órganos vitales como las
gónadas. También hay otros efectos compensatorios morfológicos alternativos que
no han sido analizados en este estudio y que se sabe que afectan a la eficacia
respiratoria y al metabolismo, que deberán ser analizados en experimentos
posteriores.
Unai Soloeta Rodero – 3º Grado Biología UPV